El cantante pasa sus días en prisión domiciliaria tras haberle disparado cuatro veces a Cristian Díaz, un vecino del barrio, luego de una acalorada discusión.
La fría noche del 12 de julio de 2018 Cristian Álvarez Congiu, alias “Pity” era, según su círculo íntimo, “una bomba de tiempo”. Cerca de las 2 de la madrugada estallaría para convertirse en un asesino.
Habían pasado algunos minutos de la 1.30 cuando Cristian Maximiliano Diaz, alias “Gringo”, remisero de 56 años, estaba junto a un amigo en la puerta de torre 12 B del Barrio Samoré, en Villa Lugano.
Mientras ambos hombres charlaban, Díaz vio salir al cantante acompañado de su novia. La pareja caminaba en dirección al estacionamiento cuando “Gringo” les cortó el paso. El remisero conocía a Pity del barrio. Es más, en reiteradas ocasiones el hombre le había pedido fotos porque su sobrina era fanática de Viejas Locas.
Pero esa noche, el vínculo se rompería para siempre. Tras interceptar al cantante y su pareja, rápidamente comenzaron a discutir. Gringo no paraba de gesticular mientras se golpeaba el pecho con vehemencia, refiriéndose a la difamación que recibió por parte de Álvarez, la cual sugería que el remisero le había robado.
Pity lo acusaba de haberle sacado plata de una mochila en un viaje en que su vecino remisero lo había llevado hasta un asentamiento para comprar drogas. Desde ese día repetía: “A ese gordo le voy a poner un tiro, por rastrero”. La amenaza resultaba al menos verosímil: Pity solía andar armado al sentirse inseguro en el barrio.
“Vos una vez dijiste que me ibas a pegar un tiro, ¡Si vas a tirar, tirá!” soltó Cristian. Intempestivamente, “Gringo” se quitó la campera e invitó a pelear a Pity. De un empujón lo hizo retroceder unos pasos para luego pegarle en la visera de la gorra blanca que llevaba puesta: “¡Si vas a tirar, tirá, gato!”, repitió…
Sin embargo, jamás imagino que Pity Álvarez tenía, efectivamente, un arma dentro de su camperón.
Empuñando una pistola calibre 25, el cantante tiró del gatillo apuntando a la cabeza de Díaz: el disparo ingresó a la altura de uno de los ojos de “Gringo” y, a pesar de resultar mortal para la víctima, fue seguido de otros tres que también impactaron en su cabeza. Pity lo había rematado en la entrada de la torre, en plena madrugada.
Luego del crimen, tanto él como su pareja se subieron al auto y se retiraron rápidamente de la escena.
Cuando llegó la Policía a Barrio Samoré, un testigo se acercó a los oficiales y no dudó en dar la identidad del asesino: “El muerto es mi amigo y lo mató Pity Álvarez”.
Impune, el exlíder de la reconocida banda de rock condujo hasta un boliche en la zona de Ramos Mejía. A su vez, mientras conducía a lo largo de la avenida Dellepiane, le pidió a su pareja que descartara el arma homicida, aunque esta acción fue en vano dado que la pistola fue encontrada por las fuerzas de seguridad.
La tarde siguiente al brutal asesinato, Pity se entregó en la comisaría 52ª. Al llegar junto a su abogado, se volvió a referir al crimen: “Lo maté porque era él o yo. Y creo que cualquier animal haría lo mismo”.
Hoy, Pity pasa sus días en prisión domiciliaria y con algunas salidas permitidas tras haber purgado algunos meses en prisión y una internación en un centro neuropsiquiátrico. Será juzgado desde el próximo 22 de febrero por el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 29 a lo largo de 6 audiencias donde evaluarán su responsabilidad criminal. Pero, pase lo que pase, algo está claro: aquella noche, su vida cambió.
FUENTE: C5N