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Soledad y Alan: una historia de amor de zona norte a La Rioja y el sueño de la casa propia

Se conocieron hace dos años a través de Facebook. Luego de largas conversaciones, iniciaron una relación por Internet y con el tiempo Soledad Ortiz y Alan Quinteros decidieron irse a vivir juntos y compartir hogar.

Alan vivió toda su infancia junto a sus hermanos en Villa Verde, partido de Pilar, en la zona norte del conurbano bonaerense. Soledad, de La Rioja, lo invitó a compartir su casa y su vida en su provincia. “Yo ya tenía mi rancho acá”, cuenta ella entre sonrisas, recordando los inicios de su relación. “Él decidió venir a vivir conmigo”, agrega.

Ambos pudieron cumplir el sueño de la casa propia gracias al Plan Angelelli de Desarrollo e Integración Urbana de La Rioja. Esta iniciativa fue impulsada por la diputada nacional por el Frente de Todos, Gabriela Pedrali, con el fin de que familias de bajos recursos puedan acceder al derecho de una vivienda.
Los hogares entregados mediante el proyecto poseen una superficie de 110 a 93 m2, y dos o tres dormitorios, según los integrantes de la familia. Además, la vivienda viene equipada con una heladera, cocina, mesa, sillas, camas y colchones para el bienestar de los habitantes.

Soledad se muestra feliz al entrar a su nueva casa. “Yo no tenía nada”, comenta con lágrimas en los ojos, pero enseguida sonríe. “Fue una alegría, porque gracias al techo que tengo le doy a mis hijos, y le doy gracias a mi familia”.

Como madre de dos niños en edad escolar, la nueva vecina del barrio riojano Francisco II agradece poder contar con una heladera y una cocina. Antes de mudarse a su nuevo hogar, Soledad cuenta que solo tenía una cama. “Abrí mi puerta, lo abracé a él y grite ‘¡Mi casa! ¡Mi casa!’”, recuerda ella la primera vez que pudo acceder a su vivienda.

Alan también expresa su alegría. No solo está contento por tener un lugar propio, sino también por compartirlo con su mujer. “Cambié muchas cosas por ella” dice, y explica la felicidad de haber abandonado muchos vicios: “Dejé mucho, pero no me arrepiento de dejar atrás eso. Ella me ayudó a salir adelante”.

El barrio Francisco II además les ofrece a sus habitantes la posibilidad de participar del Espacio Comunitario Laboral. En este lugar, los vecinos pueden acceder a capacitaciones para llevar adelante oficios y perfeccionar los conocimientos que ya tienen. De esta manera podrán impulsar un emprendimiento estando acompañados a lo largo del camino.

“Me gusta aprender”, comenta Soledad, conmovida mientras asiste al curso de costura brindado por el espacio. “Me da tanta emoción, porque de acá uno le enseña a los hijos”, agrega.

Soledad admite que a sus treinta años es difícil conseguir un empleo, por lo que considera útil participar de los talleres: “A uno no le van a dar las puertas abiertas a una fábrica para entrar, pero uno lo puede hacer desde la casa. Comprar las telas y salir a vender”.

“Agradezco la oportunidad que me dan a mí, que le dan a todas las mujeres, a todas las mamás, porque la mayoría somos madres, y a los jóvenes que están queriendo empezar a emprender para tener más oportunidades laborales”, reconoce una de las participantes de los cursos, observando trabajar a sus compañeras en las mesas repletas de materiales para la confección de ropa.

Los talleres de formación permiten a las familias – en gran parte con las madres como cabeza del hogar – tener una oportunidad laboral y un ingreso para mantener a sus hijos. Entre los cursos dictados se encuentran panadería, manicuría y peluquería.

Roxana Sánchez, la administradora del consorcio del complejo de viviendas del barrio cuenta que visita semanalmente el lugar. “La gente está súper agradecida y muy contenta por el cambio de vida que tuvieron”.

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