Los niños y jóvenes de Gaza comienzan su segundo año sin clases formales en escuelas y universidades. Gran parte de la infraestructura educacional ha sido dañada o destruida en la guerra con Israel.
En el verano boreal de 2023, Lana Haroun obtuvo su certificado palestino de educación secundaria. Poco después, se matriculó como estudiante de traducción en inglés en la prestigiosa universidad Al-Azhar de Gaza. “Trabajé muy duro y logré lo que había soñado. Obtuve los primeros puestos en Palestina. Estaba muy orgullosa”, dice a DW, en un mensaje de voz desde su casa en Gaza.
Pero entonces estalló la guerra en la Franja de Gaza, después de que militantes de Hamás atacaran comunidades del sur de Israel el 7 de octubre de 2023. Las esperanzas y los sueños de Lana Haroun, como los de miles de otros jóvenes, quedaron destruidos.
En los últimos 11 meses, ella y su familia tuvieron que dejar su hogar e irse a Rafah, en medio de intensos combates, y luego regresar a la zona central de Gaza. “La facultad de traducción se está reduciendo a escombros y también mis sueños”, relata.
Gracias a sus excelentes calificaciones, la joven podría haber tenido la oportunidad de estudiar en el extranjero en el caso de que se le hubiera permitido salir de Gaza. Israel y Egipto han controlado estrictamente los movimientos de entrada y salida del territorio gobernado por Hamás durante 17 años, incluso desde antes de la guerra.
“Elegí estudiar en una universidad local para estar cerca de mi familia, porque para mí la sensación de seguridad y estabilidad era crucial para el éxito”, relata. “Esa sensación de seguridad se ha hecho añicos, totalmente”.
La devastación ha tenido consecuencias nefastas para la juventud del territorio y su futuro, especialmente en una situación en que la educación es tan importante, ya que da a los estudiantes la oportunidad de salir de Gaza con una beca. Casi el 40 por ciento de la población de la Franja de Gaza tiene 14 años o menos, y la edad promedio era de 18 años en 2020.
Daños en el 92.9 por ciento de las escuelas
A comienzos de septiembre, comenzó oficialmente el año escolar en algunos países de la región, pero no en Gaza. Por lo menos 45.000 niños de 6 años no podrán iniciar las clases a corto plazo, según UNICEF. Y unos 625.000 jóvenes matriculados en la escuela no asistirán a clase mientras continúe la guerra. La mayoría de los niños están ocupados ayudando a buscar agua y consiguiendo ayuda alimentaria, en lugar de aprender a leer y escribir.
Imágenes satelitales y análisis del Grupo Mundial de Educación (un grupo de investigación de organizaciones humanitarias codirigido por UNICEF y Save the Children) han mostrado que el 92,9 por ciento de las escuelas de Gaza “han sufrido algún tipo de daño”, incluidos impactos directos. Al menos el 84,6 por ciento de las escuelas necesitarán una “reconstrucción total o importantes obras de reparación” antes de que puedan reanudarse las clases.
La agencia de la ONU que proporciona ayuda a los palestinos, UNRWA, ha transformado la mayoría de sus escuelas en refugios. “Se han convertido en lugares de desesperación, hambre, enfermedad y muerte”, escribió en X Philippe Lazzarini, director de la UNRWA, el 11 de septiembre. “Todos los niños han perdido un año más de educación a causa de esta brutal guerra. Cuanto más tiempo permanezcan sin ir a la escuela, entre los escombros de una tierra devastada, mayor será el riesgo de que se conviertan en una generación perdida. Esta es una receta para el resentimiento y el extremismo futuro”.
Tan solo en julio se registraron 21 ataques contra escuelas de la UNRWAque servían de refugio en toda la Franja de Gaza. Al menos el 70 por ciento de las escuelas gestionadas por la UNRWA han sido atacadas durante la guerra, según informó la agencia en septiembre.
Israel ha afirmado en repetidas ocasiones que el grupo islamista Hamás y otros grupos militantes utilizan establecimientos civiles, como escuelas y hospitales, con fines militares. También ha dicho que intenta evitar dañar a los civiles que se refugian allí. Las Fuerzas de Defensa de Israel indicaron a DW, en una declaración, que operan “exclusivamente por razones de necesidad militar y en estricta conformidad con el derecho internacional”.
Añadieron que “debe subrayarse, sin embargo, que Hamás sitúa ilegalmente sus fuerzas militares dentro, debajo y en las proximidades de zonas civiles densamente pobladas, y utiliza cínicamente la infraestructura civil con fines terroristas. En concreto, está bien documentado que Hamás usa escuelas e instalaciones de la UNRWA para sus actividades militares (…)”.
Hamás, por su parte, ha negado con frecuencia que oculte combatientes en zonas civiles.
Según datos recabados entre el 23 de octubre de 2023 y julio de 2024 por el ministerio palestino de Educación y Enseñanza Superior en Ramala, al menos 20 campus universitarios han sufrido graves daños y más de 31 edificios universitarios han sido destruidos. Algunos campus, como el de la Universidad Al-Azhar de la ciudad de Gaza, donde estaba matriculada Lana Haroun, parecían haber sido utilizados temporalmente por el Ejército israelí, como se vio en videos de redes sociales publicados por soldados israelíes.
Críticos han acusado a Israel de atacar deliberadamente instituciones educativas. “Puede ser razonable preguntarse si existe un esfuerzo intencionado de destruir completamente el sistema educativo palestino”, dijo en abril un grupo de expertos en educación de la ONU. Añadieron que los ataques “presentan un patrón sistemático de violencia dirigido a desmantelar los cimientos mismos de la sociedad palestina”.
La guerra de Israel contra Gaza -desencadenada en octubre de 2023 tras los ataques de Hamás y otros grupos militantes que causaron la muerte de 1.200 personas y la toma de 250 rehenes- ha costado la vida de más de 41.000 palestinos, según cifras aportadas por el ministerio de Sanidad de Gaza. Este es controlado por Hamás, que ha sido catalogado como grupo terrorista por Alemania, Estados Unidos, la UE y otros países.
Estudios online, pese a la guerra
Expertos consideran que la mayoría de los jóvenes de Gaza necesitarán ayuda psicológica y social durante los próximos años, además de apoyo educativo. Algunas agencias de ayuda e iniciativas privadas ya han puesto en marcha programas informales para ayudar a los escolares. Para los estudiantes universitarios, el reto no es menor.
A comienzos del verano, algunas universidades de la Cisjordania ocupada por Israel empezaron a ofrecer clases virtuales para que los jóvenes de Gaza pudieran continuar sus estudios, al menos parcialmente. Andira Abdalah, profesora del Departamento de Lenguas y Traducción de la Universidad de Birzeit, se ofreció de voluntaria para el proyecto y ayudó a dos estudiantes de Gaza desde el salón de su casa en Ramala, repasando gramática inglesa y leyendo textos breves.
“Esta hora y media es probablemente la única oportunidad que tienen de hablar de otra cosa que no sea sobrevivir”, dice Abdalah a DW. “Sólo hablamos de lo académico. Sé que no puedo hacer nada para ayudarles o aliviar su dolor”.
Muchos estudiantes se han visto desplazados en varias ocasiones, con familiares y amigos dispersos por Gaza. Algunos han perdido a sus seres queridos, y muchos no tienen un hogar al que regresar. La guerra ha desplazado al menos a 1,9 millones de personas, según la ONU. La población total del territorio es de 2,3 millones.
En ocasiones, los alumnos se quedaban sin conexión porque no había Internet en la Franja de Gaza. Una de las alumnas que se encontraba en un campamento en Jan Yunis, Fatma Asfour, explica a DW que le costaba encontrar un lugar donde conectarse a Internet y recargar la batería de su teléfono.
“No sé cómo describir lo que estamos viviendo”, afirma. Cuando acabe la guerra, espera hacer carrera como maquilladora o en el mundo de la moda. “Sólo tenemos que creer que lo conseguiremos”, dice.
Abdalah Baraka, estudiante de informática de Deir al-Balah, en Gaza, cuenta que, a menudo, le resulta difícil concentrarse. “Tengo que pasar horas al día buscando agua y comida. Y luego está el tema de la seguridad”, dice. “La última vez, cuando tenía que estudiar, hubo una orden de evacuación de una zona donde tengo algunos familiares y amigos. Pero, como no tienen Internet y el servicio telefónico es tan malo, estuve preocupado hasta que llegué donde ellos. Es muy duro mentalmente”.
Aunque el mundo que le rodea es sombrío, Baraka quiere terminar sus estudios. “Sólo quiero conseguir un empleo, preferiblemente trabajando en IA. Me gustaría vivir y hacer carrera”.
(ers/ms)