La mujer que vivió hasta los 117 años comiendo todos los días la misma comida
Atribuía su longevidad a dos factores: haber decidido vivir sin pareja y llevar una dieta basada en el consumo diario de huevos.
Emma Morano, nacida en 1899 en Italia, es recordada por su asombrosa longevidad al alcanzar los 117 años de vida. Esta italiana, quien fue la última persona viva nacida en el siglo XIX, atribuía su longevidad a dos factores: haber decidido vivir sin pareja y llevar una dieta basada en el consumo diario de huevos. Se convirtió en un símbolo de fortaleza y resistencia, enfrentando las dificultades de su vida con disciplina y una filosofía de vida sencilla.
Su dieta consistía en comer tres huevos al día, dos crudos y uno cocido, una costumbre que adoptó en su juventud tras ser diagnosticada con anemia. Según Morano, esta dieta le proporcionaba la energía necesaria para trabajar y mantenerse saludable. Además, solía consumir grappa casera preparada con hierbas locales como la salvia y la ruda, bebida que le recordaba a los sabores tradicionales de su tierra natal y que, según ella, también aportaba a su vitalidad.
La longevidad de Morano llamó la atención de su médico, el doctor Carlo Bava, quien señaló que ella no consumía muchas frutas o vegetales, alimentos recomendados para una vida saludable. Bava explicó que su longevidad podría estar relacionada con la genética, ya que su madre y varias de sus hermanas vivieron más allá de los 90 años, alcanzando algunas de ellas los 100 años. Este factor genético complementaría su peculiar régimen alimenticio, que desafiaba las normas nutricionales tradicionales.
Uno de los aspectos más característicos de su vida fue su decisión de vivir sin pareja. Tras una difícil experiencia en su matrimonio, marcado por el abuso, Emma optó por vivir sola luego de la muerte de su único hijo. Según ella, esta decisión de no tener pareja le ayudó a evitar el estrés emocional y a mantenerse saludable, considerando que fue una elección clave para su longevidad.
Morano vivió en un período de cambios históricos y tecnológicos. Fue testigo de dos guerras mundiales y del desarrollo de más de 90 gobiernos en Italia. Su vida de resiliencia y adaptación la convirtió en un ejemplo de cómo enfrentar los cambios con actitud positiva, sin desviarse de sus valores y decisiones.