“Y porque sí,
Porque sobran las bolas
De matarla con el pecho
Y no tirarla afuera”
El baile de la gambeta.
Un hijo dilecto del Club Atlético Estudiantes. De raíz en Piacenza, Italia, por amor entre Olga y Alesio. El “shulco” de los Tagliaferri, creció entre Villa Mazan y Pango. Carita de nene, el mimado del equipo. Aquel mítico “Expreso” que en los 70 se metió de prepo en la historia. Con fútbol, la cultura popular del pueblo.
“¡Solo así lo pueden parar!”, grita Renzo ante otra patada al hermano que va desparramando marcas. Con aquellos hombres –y generación- de garra y entrega. De juego físico hasta el último, aunque sea quedar con medio equipo. Por eso, se protegía al habilidoso. Un encargado, “el Suri” Ferreyra y la sangre de los mayores. Un panal cuidando su miel.
“Francesco” -recuerda un amigo-, que le decía, en tano, don Alesio Tagliaferri. Quizás, para volver un poquito a la tierra que había dejado. Nombre popular en Italia, su origen en latín es Franciscus. Uno de sus significados es “libre”. Nada mejor en esta historia. Porque “Pancho”, con la pelota en los pies, fue eso. Determinado y “encarador” como ninguno. Gambeteador como pocos. Calentón, como gringo en Estudiantes.
Lo vivió -y disfruto- de cerca, Jorge Marcos. Preparador físico –maestro- y técnico campeón con el Estudiantes del 81:
“los gringos son mis hermanos, los quiero y respeto, como a nadie. A donde fui, los llevé. Cesar, un señor; Renzo, velocidad y picardía –lo tuve que “correr” de un entrenamiento-; Valter, organizador y personalidad; Francisco, habilidoso e irresponsable”.
“En La Rioja, la pista” de baile del Maestro Jorge Salomón Arduh, fue Estudiantes. “Desde el alma”, “Lluvia de estrellas”, la música que envolvía Pango por las noches. Hasta aquel hogar tano, como cimiento del club. Con fiesta popular desde la Pringles hasta el fondo. “El Fantasista del teclado”, derrochaba música y, también, lluvia.
Aquel viejo piso de baldosas con música fue, además, el escenario feliz de la prole del barrio.
“Ahí, -recordaba Francisco-en el piso, aprendí a marear y a cubrir la pelota. En los campeonatos de Baby del club. Estábamos todo el día hasta la noche”. El origen del desparpajo. Del movimiento de espaldas al arco, con la marca, que hará historia. Con el que hizo su sello de época.
Música, en su alma profunda entre paredes de un club ¿Tendrá que ver? ¿Serán aquellos giros, cortes y firuletes, los que regaló en la cancha?
“La memoria nunca pierde lo que merece ser salvado”.
Uno de los mejores elogios sobre su calidad futbolística, lo expreso Guillermo “Pishuro” Ruiz. Caudillo y símbolo de Américo Tesorieri. Lo vivió –y padeció- en la cancha Oficial, la tarde del sábado 15 agosto de 1981. Derrota 3 a 1 ante un Estudiantes marchando al título. Esa tarde, dos figuras impidieron el triunfo salvador del primer descenso de “Tesho”: Pedro Domínguez, en el arco, y Francisco Tagliaferri, adelante. Con la profundidad de lo simple, “Pishuro” lo dijo al final: “fue un partido parejo, pero estaba Francisco Tagliaferri que finalmente marcó la diferencia. Cambió el partido”.
La crónica de El Independiente, también lo expresó:
“Solo se habían cumplido los primeros tres minutos, cuando Francisco Tagliaferri (¡una locomotora! …) estrello un remate en la parte inferior del travesaño”.
Al final, “con mucho entusiasmo la gente de Estudiantes festejo la victoria ante Tesorieri. Fieles a su característica garra, lograron dos puntos realmente importantes llevados de la mano de un hombre de excepcionales características como lo es Francisco Tagliaferri”.
Mario Cuello y Facundo Brizuela, fueron de los mejores marcadores centrales del futbol riojano. Representantes de dos generaciones de “oro”. Lo tuvieron que marcar, con experiencia y juventud. Recuerdan, que lo hicieron ante un jugador extraordinario.
Mario Cuello:
“Para Francisco, lo peor era que lo marques a presión. Se enojaba y eso era la forma de sacarlo del partido. Pero se desmarcaba. La recibía solo y no podías sacarle la pelota. Con la marca, la cubría con el cuerpo y salía gambeteando para donde menos lo esperabas. Y, encima era firme cuando querías quitarle la pelota. Esa gambeta cortita que tenía, era difícil de marcar.
En nuestro futbol, fue un jugador distinto por como controlaba y dominaba la pelota. Y para los técnicos, lo peor era jugar contra Estudiantes cuando jugaban “los gringos”.
Además de talento futbolístico, “el hijo de Tata Cuello”, tuvo otro. Dibujante caricaturista en El Independiente. Como cada fecha, lo plasmó, en aquel noviembre de 1986: “Francisco Tagliaferri, conduce al Expreso a la Primera A, a toda máquina”. Fue, cuando volvió a su primer amor para llevarlo, nuevamente, a la “A”.
Facundo Brizuela, con personalidad, lo enfrentó en sus primeros partidos en Tesorieri:
“El también, te buscaba y se pegaba a vos con su espalda. Yo pensaba ¿Pero este gringo se marca solo? Taro Fuentes, era el técnico y siempre nos gritaba “¡muérdale la orejita! La orejita, la orejita… porque había que estar encima del 9, o del delantero que andaba ahí. Pero esa vez que marqué a Francisco Tagliaferri, “Taro”, desesperado, me gritaba: “¡lejos, lejos!, ¡Que no se te pegue el gringo!”
Facundo Brizuela, de familia “Pistolera”, nació en 1972. En el año del debut, con 17 años, de Francisco en Estudiantes. En la Oficial, el sábado 22 de julio: “Estudiantes, a buen ritmo, siguió luchando, mejorando más con el ingreso a los 30 del hábil Enrique Godoy por Francisco Tagliaferri (al que no se le dio tiempo para demostrar si tiene las aptitudes futbolísticas de sus hermanos)”, escribió la crónica periodística.
Ahí está -entre tantas- una foto. Sábado 19 de mayo de 1984, Estadio de Vargas, séptima fecha. Francisco jugando en Andino, en el año del título de Independiente –con Jorge Marcos y Renzo, enfrentándolos-. Una imagen “símbolo”. Respuesta, pura, a ¿Cómo jugaba Francisco?: Luis Angulo y Mario Cuello, centrales “de selección”, lo miran detrás. Angulo, el primer desparramado en el piso, Cuello corriéndolo detrás y el “Loco” Nardillo, en el piso, mirando pelota y pies de “Francesco” –como Fillol ante Maradona esa noche-.
El hijo de Pango culmina su obra. Los ojos en la “pintier”, para acariciarla “al fondo de las mallas”-relataba la LV 14-: Andino 3 –dos de Francisco- Independiente 1.
Jugador de todos los tiempos.
Tenía 14 años –aprox.- y viajaba -invitado- gracias al básquet de la DARD. Más de mil kilómetros hasta Villa Ramallo, ante el inmenso Paraná. Francisco Tagliaferri, era el chofer del colectivo de la Provincia. A la noche, mientras todos dormían, me acerqué, y senté, en la escalerita del pasillo -casi en el parabrisas-. No dormí. Disfrute la ruta y el acompañar al “ídolo”. Uno, que nos hizo feliz.
Francisco, y su gambeta de gol. De entrega generosa hasta las lágrimas, como cuando puso el 2 a 1 y se sintió campeón. No estuvo en el primero del 74 por aquel largo “exilio”. Desde la tribuna de Vargas, También, lo sintió Roberto Yacante:
“esa tarde, cuando Andino nos empata sobre la hora, fue la primera, y única, vez que llore en la cancha”.
Ese primer título, llegaría algunos días más. En la Oficial, cuando atardecía el 24 de octubre. Después de treinta penales. Correrá, antes que todos, para abrazar, entre las sombras, al “Gordo”.
El nombre de ilusión infantil relatada…“la llevaa Franciscooo…pasa uno, dos..”. Esperanza de hinchas, modificando partidos. Coplerío colectivo en el teatro popular: “los goles de Francisco que ya van a venir… aplaudan, aplaudan”
Hasta siempre querido Francisco Tagliaferri. Una nueva estrella, alumbra Pango y Santa Justina. Junto a otros, nuestro cielo del sur.
“Me encuentro muy emocionado, casi no puedo expresar todo lo que siento en estos momentos (…) con seguridad en el Competencia repetiremos y seremos los campeones. Tenemos un buen plantel, también un buen banco, tenemos todo. (Francisco Tagliaferri, el menor de los Gringos, “pesadilla” de los adversarios y estratega de Estudiantes)”
El Independiente, 24 de agosto de 1981.
“¡Se sienteeee! ¡Se sienteee! ¡FRANCISCO ESTA PRESENTE!”