En diálogo con Medios Provincia, el historiador y docente Roberto Rojo analizó el trasfondo político, social y filosófico del 25 de Mayo de 1810, explicando por qué este hito marcó el inicio del camino hacia la independencia argentina y cuál fue el rol fundamental que jugaron figuras como Belgrano, Castro Barros y Ortiz de Ocampo.

En el marco de un nuevo aniversario del 25 de Mayo, Medios Provincia dialogó con el profesor y licenciado en Historia Roberto Rojo, quien ofreció un profundo análisis del contexto en el que se gestó el primer gobierno patrio de 1810.
“Fue el primer grito de libertad, un grito vacilante, pero con rumbo inequívoco hacia la independencia”, señaló el historiador, destacando que la Revolución de Mayo fue mucho más que un acto simbólico: fue un proceso político que emergió de un escenario internacional convulsionado, en el que España estaba bajo dominio napoleónico y los criollos decidieron avanzar hacia un gobierno propio.
Rojo explicó que el pretexto inmediato fue la caída de la Junta de Sevilla, que había designado al virrey Cisneros. Pero detrás de esa excusa operaban ideas ilustradas, una burguesía criolla ilustrada formada en Charcas, y un creciente malestar por las diferencias entre españoles y criollos: “El último de los españoles se sentía superior al mejor de los criollos”, citó Rojo, evocando a Belgrano.
La revolución no solo buscaba autonomía política, también se apoyaba en nuevas teorías sobre el origen del poder: “El jesuita Suárez decía que el poder venía de Dios, pero no al rey, sino al pueblo”, mencionó Rojo, destacando la adhesión del riojano Pedro Ignacio de Castro Barros a esta idea revolucionaria.
El historiador también repasó el rol de La Rioja en la gesta patriótica, con figuras como Francisco Ortiz de Ocampo, primer general de la Revolución, quien se negó a fusilar a su antiguo jefe Liniers en un episodio que mostró los dilemas éticos del momento.
“Fue un proceso rápido para la época”, indicó, aludiendo a las invasiones inglesas de 1806-1807, el colapso de la monarquía española en 1808, y la formación de la Junta en 1810. “Pero el orden y la estructura militar llegan con San Martín en 1812, mientras Belgrano pasaba de ser abogado a improvisado general con convicción patriótica”.
Finalmente, Rojo recordó que el proceso no culminó con la independencia de 1816, sino que la organización nacional demoró hasta 1853 con la sanción de la Constitución: “Fueron décadas de guerras civiles, pero el espíritu de mayo nos marcó un rumbo”.