Las patrullas del Servicio de Inmigración están en todos lados. Esperan a “sospechosos” frente a las Iglesias.

Están por todos lados y en todas las zonas con fuerte presencia latina de Estados Unidos. Algunos van encapuchados y acompañados por agentes armados. Las patrullas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) desataron una cacería de migrantes en el campo, en rutas, centros de trabajo y en las puertas de tribunales migratorios, escuelas y hasta de las Iglesias.
No solo buscan migrantes indocumentados. Se llevan a todo aquel con un permiso precario y renovable que el gobierno de Donald Trump canceló para engrosar su plan de deportaciones masivas
El temor a ser arrestado, llevado a un centro de detención para migrantes y expulsado del país se palpa en cada familia hispana. Cualquiera puede caer detenido, aún cuando tenga en sus manos un permiso que lo autoriza a trabajar y permanecer por un tiempo en Estados Unidos.
“Los que tengan una situación no definida que no salgan de Miami, que no viajen al norte ni a los cayos (de la Florida). No viajen, no se monten en avión, no vayan al aeropuerto, no vayan a las oficinas de migración. Te hacen una emboscada. No vayan ni siquiera a pedir ayuda porque se puede trastocar en un perjuicio para ellos”, dijo en una entrevista a Telemundo el abogado de origen cubano especializado en temas migratorios, Avelino González.
“Un día Sin Reyes”
Las razias tienen un fuerte componente racial. No buscan blancos, rubios y de ojos celestes. Todo aquel que tenga rasgos latinos es sospechoso. La alarma es general. Toda la comunidad hispana está en alerta. Aunque haya nacido en el país o tenga resuelto su “green card”, cada familia latina tiene un miembro, un allegado o un amigo en riesgo.
Por eso, las protestas contra las redadas migratorias se están extendiendo desde Los Ángeles a todo el país. Nueva York, San Antonio, Denver, Chicago y Washington DC se sumaron a las movilizaciones. Para el sábado se espera una jornada nacional bautizada como “Día Sin Reyes”, una ironía dirigida contra Trump, al que consideran que actúa como un monarca.

Será un día difícil. Ese mismo sábado, el presidente se regaló para su cumpleaños número 79 un gran desfile militar en Washington. La excusa fue el 250 aniversario del Ejército estadounidense.
La comunidad latina quiere movilizarse, protestar y defender sus derechos.
Pero la presión que sufren muchos migrantes muda a veces en depresión. Un inmigrante mexicano detenido en un centro de Georgia, no aguantó y se quitó la vida. Jesús Molina Veya, de 45 años, fue hallado muerto el 7 de este mes “con una ligadura alrededor del cuello” , según confirmó el ICE, que se limitó a informar que investiga un supuesto suicidio y divulgó su récord criminal. Fue el octavo migrante que muere bajo custodia de ese organismo en todo el país.
Las redadas no se detienen
En tanto, las redadas no se detienen a pesar de las protestas.
“La preocupación crece. Trabajadores están siendo arrestados en sus trabajos y en las puertas de las Iglesias. Los esperan a la salida. Esto ya es algo que va más allá de lo que se esperaba”, dijo a TN la activista Norma Rodarte, del Colectivo Raíces, desde Los Ángeles.
El miedo crece a la par de las protestas. “Hay mucha gente que no está yendo a trabajar”, dijo. Además, muchos otros optan por faltar a sus citas migratorias en los tribunales. “Ya no se están presentando a las audiencias. Tengo conocidos que se fueron para su país por su propia iniciativa. Hay mucho miedo”, contó.
La situación es terrible para aquellos que tienen citas en los tribunales. En juego está su solicitud de asilo. Los que asisten igual corren riesgo de ser detenidos a la salida de la corte. Pero si no van pierden su estatus y pueden ser deportados.
Ese fue el caso de la cubana Heydi Sánchez Tejeda, detenida al salir de su audiencia en Tampa. Fue deportada el 24 de abril desde Tampa, Florida. En su casa quedaron su esposo Carlos Yuniel Valle y su pequeña hija de poco más de un año. Hoy la mujer se encuentra en La Habana tramitando un visado de reunificación familiar que puede durar años en aprobarse. Su marido prefirió no hablar con TN. El temor es que cualquier declaración, palabra o gesto puede ser malinterpretado y perjudique su futuro regreso a Estados Unidos.
Fuente: TN