Signos de esperanza para la alegría del pueblo

Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos la fiesta de nuestro querido Santo Moreno, nuestro tatita San Nicolás en un año muy especial de Jubileo en honor a nuestro Señor Jesucristo conmemorando los 2025 años de su nacimiento y su obra redentora. La Puerta de esta Catedral es este año Puerta Santa, un signo de que “Jesús, que es la puerta, nos hace entrar en las profundidades de su amor misericordioso y nos anima a dejarnos transformar por él”.
Por eso saludamos y recibimos a los numerosos peregrinos venidos de distintos puntos del país y a todos los que se unen a esta celebración a través de las redes sociales y Canal 9, teniendo especialmente presente a cuantos la siguen desde sus hogares porque están enfermos, o son ancianos, o están privados de la libertad, o se encuentran en sus obligaciones laborales.
Recién hemos peregrinado por las calles de la ciudad, hemos caminado en la procesión poniendo los ojos fijos en Jesús (cf. Hb 12, 1-2), reconociendo su presencia en nuestra tierra en diversas manifestaciones como patrono de varias parroquias, como ser en la ciudad Capital las parroquias Divino Niño, Señor del Milagro, Resurrección del Señor y Encarnación del Señor; en Chilecito Sagrado Corazón de Jesús, en Chamical parroquia El Salvador, y de modo particular lo tenemos presente en los santuarios del Señor de la Peña y del Niño de Hualco.
Iniciamos el año bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza” con el deseo de renovar y alentar la esperanza en una sociedad y un mundo marcado muchas veces por situaciones difíciles que tienden a desanimarnos. Por eso es necesario en este año Jubilar poner la mirada y el corazón en “Jesús, que es causa de una esperanza que no defrauda y a vivir un proceso de conversión personal y comunitaria que nos lleve ser mensajeros de esperanza en todo tiempo y lugar. Profundizar en la amistad con Jesús y en la pertenencia a la Iglesia renueva la esperanza y nos lleva a una vida plena y feliz para la cual nos ha creado el Señor”

Un modo de vivir este año es a través de las peregrinaciones a los templos designados como jubilares en cada decanato, son veinte lugares sagrados en toda la provincia que fueron elegidos para obtener las gracias de la misericordia y las indulgencias. Hoy damos gracias a Dios por todos los que han peregrinado en estos días de novena y fiesta de San Nicolás a este templo. Que el señor les conceda su indulgencia y la ayuda que necesitan.
También estamos viviendo el jubileo a través de encuentro por grupos pastorales o sectores sociales en los que queremos acompañar cada una de sus realidades iluminándolas con la revelación de nuestro Señor Jesucristo. El último evento fue ayer cuando realizamos un Encuentro de dirigentes políticos de nuestra provincia reflexionando sobre la amistad y la fraternidad social. Próximamente será el jubileo de la familia campesina y las Comunidades Eclesiales de Base. Tengamos en cuenta el programa para todo el año
También este año jubilar es propicio para acudir al sacramento de la Reconciliación que nos asegura que Dios quita nuestros pecados y nos abraza con su misericordia. Son consoladoras las palabras del Salmo: «El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; […] no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.» (Sal 103). La Reconciliación sacramental representa un paso decisivo, esencial e irrenunciable para el camino de fe de cada uno. En ella permitimos que Señor destruya nuestros pecados, que sane nuestros corazones, que nos levante y nos abrace, que nos muestre su rostro tierno y compasivo. No hay mejor manera de conocer a Dios que dejándonos reconciliar con Él (cf. 2 Co 5,20), experimentando su perdón. Por eso, no renunciemos a la Confesión, sino redescubramos la belleza del sacramento de la sanación y la alegría, la belleza del perdón de los pecados.
Por otra parte, como sabemos por experiencia personal, el pecado “deja huella”, lleva consigo unas consecuencias; no sólo exteriores sino también interiores, en cuanto «todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar… Por lo tanto, en nuestra humanidad débil y atraída por el mal, permanecen los “efectos residuales del pecado”. Estos son removidos por la indulgencia.
Por eso tengamos bien presente y aprovechemos este año jubilar para recibir la gracia de las indulgencias del modo que lo hemos establecido.
Esa experiencia colmada de perdón no puede sino abrir el corazón la mente a perdonar. Perdonar no cambia el pasado, no puede modificar lo que ya sucedió; y, sin embargo, el perdón puede permitir que cambie el futuro y se viva de una manera diferente, sin rencor, sin ira ni venganza. El futuro iluminado por el perdón hace posible que el pasado se lea con otros ojos, más serenos, aunque estén aún surcados por las lágrima
Otro modo de vivir este año es reflexionar sobre los signos de los tiempos que nos propone el papa Francisco, y ver los signos de los tiempos de nuestra realidad riojana para ocuparnos de ellos con la luz del Evangelio para que se transformen en signos de Esperanza. Signos de los tiempos que se transformen en signos de esperanza.
Un signo de estos tiempos es la baja de la natalidad en todo el mundo, también en nuestro país y en nuestra provincia. Ante esta realidad un signo de esperanza es una mujer embarazada, una familia que se abre a la vida. Una mamá, un papá con un niño en sus brazos es un signo de esperanza. La apertura a la vida con una maternidad y paternidad responsables es una misión que el Señor confía a los esposos y a su amor y esto es un motivo de esperanza
Un signo de estos tiempos es la situación de muchos presosque padecen condiciones de alojamiento indecentes. Un signo de esperanza será que los gobiernos y las comunidades asuman iniciativas que devuelvan la esperanza a los detenidos a través condiciones dignas para el alojamiento y respeto de los derechos humanos
Otra realidad que muchas veces nos toca de cerca es la de los enfermos que están en sus casas o en los hospitales. Su atención y acompañamiento, ayudar para que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben pueden ser signo de esperanza para el enfermo y su familia
También un signo de este tiempo son los jóvenes que, con frecuencia, ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir. Es hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se entregan con tesón y se comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad social. Sin embargo, resulta triste ver jóvenes sin esperanza, cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos. La ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo fácil crean en ellos confusión y oscurece la belleza y el sentido de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos autodestructivos. Por eso un signo de esperanza será ocuparnos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones Los jóvenes que acuden al sacramento de confirmación, cuando se forman para ser verdaderos discípulos misioneros de Jesús son un signo de esperanza
Signos de esperanza merecen los ancianos, que a menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono. Dice el papa Francisco: valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristiana y para la sociedad civil. Ocuparnos de nuestros mayores con solicitud y delicadeza es un verdadero signo de esperanza para este tiempo
Nos dice también Francisco: “Imploro, de manera apremiante, esperanza para los pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir. Frente a la sucesión de oleadas de pobreza siempre nuevas, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse… Encontramos cada día con personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros vecinos que a menudo no tienen una vivienda, ni la comida suficiente para cada jornada, o sufren la exclusión y la indiferencia de muchos. Es escandaloso que, en un mundo dotado de enormes recursos…, los pobres sean la mayor parte […]. Nos dice también Francisco: No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables. Esto puede transformarse en un signo de esperanza si cultivamos una actitud de compasión, y nos animamos responder con solicitud ante, al menos, una situación de pobreza. Me decía estos días una persona que estaba conmovida porque a un joven vecino lo había llevado la policía. El motivo era que no lo podían controlar en su casa por una situación de consumo de drogas. Y se decía esta persona “donde estaba yo cuando esta familia vecina padecía esta realidad”. Finalmente me comparte la decisión de trabajar por ayudar a quienes padecen esto flagelo dedicando parte de su tiempo a esta tarea. Vemos como el dejarnos conmover por una realidad puede transformarse en un signo de esperanza cuando ello implica una conversión, un cambio en nuestras vidas.
Según las Escrituras, el Jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos. Es necesario que cuantos poseen riquezas sean generosos, reconociendo el rostro de los hermanos que pasan necesidad. Dice Francisco: “Pienso de modo particular en aquellos que carecen de agua y de alimento.” El hambre es un flagelo escandaloso en el cuerpo de nuestra humanidad. Esto puede transformarse en un signo de esperanza si trabajamos denodadamente para que sea realidad la justicia social.
Un signo de este tiempo es percibir la necesidad de renovación en la Iglesia para que su vida y estructuras sean más acogedoras y misioneras. Ahora estamos iniciando el período de implementar el Documento Final del Sinodo. A través de un itinerario que vamos elaborando como diócesis, unidos al itinerario que se propone para toda la Iglesia, tenemos que llevar adelante esta necesaria tarea para una renovación de la Iglesia. Todos los agentes de pastoral, animados por el Consejo Diocesano de pastoral y los Consejos Parroquiales de pastoral, estamos convocados a leer y buscar caminos para implementar la propuesta sinodal. Seremos un signo de esperanza para el pueblo si somos parte activa de la implementación de las conclusiones del Sínodo.
Un Signo de los tiempos que muchas personas se sienten solas, o no encuentran el sentido de la vida. Esto puede transformare en signo de Esperanza si todos los bautizados, respondiendo al envío misionero de Jesús “¡Vayan!” vamos a al encuentro de los demás dispuestos escuchar, acompañar y compartir desde el amor un tiempo con el los demás.
Podemos preguntarnos ¿Cuáles son esas realidades con las cuales convivo que necesitan ser transformadas en Signos de Esperanza con nuestra ayuda personal o comunitaria?
En esta semana iniciaremos el mes de los mártires y, al mismo tiempo la preparación inmediata para la conmemoración de los 50 años del martirio de mons. Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville y Wenceslao Pedernera. Ya se ha conformado una comisión dedicada a organizar y coordinar las acciones respecto del legado de los mártires. En la vida de cada uno de los beatos mártires hay una riqueza que viene en ayuda de nuestro camino de fe y compromiso cristiano. Sus vidas y martirios son para toda la Iglesia y la sociedad un verdadero signo de esperanza.
Hoy, querido San Nicolás, te pedimos la gracia de asumir los signos de los tiempos y transformarlos en signos de esperanza. Te pedimos que nos ayudes a vivir la dimensión sinodal de la Iglesia, a comprometernos con la vida fraterna y en el cuidado de la vida más vulnerable y en el cuidado responsable de la casa común. Te encomiendo a todas las parroquias del Oeste riojano, que este año son visitadas por tu Imagen peregrina. Que tu paso reavive la fe y la esperanza de cada comunidad y sea motivo de alentar el caminar juntos como Iglesia.
En esta fiesta recordamos los 30 años de la visita de la Virgen del Valle. A partir de 1995 esta fiesta de invierno quedó unida a ella, la morenita del Valle. Por eso hoy damos gracias por esta valiosa presencia mariana que fortalece nuestra fe y nos une especialmente a la querida y vecina diócesis de Catamarca.